¿Qué hago aquí? Con los pies pisando el centro de Madrid y mi cabeza volando tres mil pies sobre la tierra. Para qué bajar del frío serrano que me está dando la paz.
Y lo hago todo por todxs, una casa para una amiga, un rato para dos niñas, dormir para..., vivir para...
Pienso todo el rato en lxs demás, en la gente y contínuamente me dicen que no les llega.
Mis fuerzas y energías puestas en otrxs, dónde quedo yo, mis quereres y deseos.
Cómo transmitir más que con el hacer. No sé como hacerlo.
Y mi cabeza gira, revoloteando al tiempo, de este tiempo que no para y no descansa; hasta dejarme sin aire.
Estás más triste, más alejada, más distante, me dicen, pero yo no lo siento así.
Sola , tomando un té negro con canela, oscuro y dulce, pasando el tiempo, sin pasar de pensar. Y no les llega, y quizá no llego a tanta gente. Ahora me pregunto, qué pasaría, si de verdad me paro, si de verdad dejo de pensar, esforzarme, preocuparme, sentir y hacer por lxs demás.
A un mes de mi llegada, siento el frío que de nuevo me abriga y encoje mi cuerpo. Otra vez nubes y soles que hay que solventar, saltaeando la búsqueda de rincones que den calor. Sola y buscando calor, a un mes de mi llegada. Y a mi lado, en otra mesa, escucho el acento del Río de la Plata, de camperas y remeras, de Buenos Aires.
Más me acercan al país que anhelo, a la cuidad que me espera. Eso espero, que me espere.
A esa parte del río platense, a la rambla que acaricia mi mirada, todas las noches, desde el mes que hace.
Desde el mes que el vuelo me separó de esa tierra.
25 día y un mes, añorando la vuelta, deseando el abrazo del reencuentro, de los pasos rodados, de comienzo de una vida.
De la apuesta de las almas encontradas.
De alguien que comienza a inventarse la vida a partir de desordenarla. Sensaciones amistosas, pasiones rojas, verdades feministas y dichos de colores.