y tras 16 años, se gana, en el país vecino, con la fuerza, el abrazo y la alegría de la gente uruguaya. Es histórico y me alegro de poder haberme empapado hoy de cultura, futbolera, sí, y sobre-a-cogedora. Con dos intentos de conocer el estadio, la multitud logró sacarme del bullicio. Pero la alegria se contagia y puedo tocarla, en Uruguay.
De alguien que comienza a inventarse la vida a partir de desordenarla. Sensaciones amistosas, pasiones rojas, verdades feministas y dichos de colores.
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